Hablas, duermes. Hay extraños silencios que miran su revés. Hay tantas siluetas de miedo que se hacen eternas si uno en la mente les encuentra un por qué.
Gritas, mientes. Piensas que no hay nada sin ti. Al final todos rinden cuentas, molestos de jeta pero con la mano de alfil.
Embriágate, sedúcete ¿Ahora quién morirá por ti? Solo existe una sombra cubierta de vino, te besa en la boca y no te deja partir. Cantas, ríes. Todo vacío se muere de sed, y como el demonio se te hace tan poco, tu alma de loco espera un “después”.
¡Bienvenidos a mi mundo tóxico!
¿Podrás soportarlo?