Poesia Propia

El Aro Rojo

Es linda y perversa.
Es preciosa y piadosa.
Todo lo incluye en el aro rojo.

Atento y vigilante,
la neblina encubre a los abismos.
Todo se vigila en el aro rojo.

Mira las siluetas
sin soltar la tuya.
Todo se refleja en el aro rojo.

Inclínate en los suelos
para merecer lo que no existe.
Todo se controla en el aro rojo.

Pero antes.


De bastantes colores.
De bastantes figuras.
¿Por qué carajo coexistimos por un aro rojo?

Buzón Incorrecto

Una carta más de ella con
ese rojo símbolo de lealtad.
¡Bingo! Las mismas palabras de siempre.
¡Que me amará por toda la eternidad!

Inservible es lo oscuro del infinito
cuando lo cibernético amenaza a la fe.
Si el cartero no ostenta los rodeos,
entonces yo mismo lo haré.

 “Chica linda, leo todas tus cartas,
                pero sus letras no quedan en mí!”.

Aprecio tu don para escribir,
pero no seré tu amo,
ni tu poema,
ni tu canto,
ni tu luna llena.
¡No estoy dispuesto para ti!

Es necia tal cual pluma chorreada
que ensucia todo a su alrededor.
La veo hacer streaming de charlas
con mi foto de fondo en un corazón.


Hasta que en mi carta de despedida
ella fue la que me sorprendió.
Dijo: “Mi amor, aquí acaba todo”.
Firmó la carta y se marchó.

 “Chica linda, por favor lee mis cartas,
                todas sus letras son para ti”.

No me di cuenta del error
gramatical cuando escribí.
Te confieso que hay melancolía
en mi portal saturado de latencia.

 “Chica linda, leo todas tus cartas,
                pero ninguna de ellas te trae a mí”.

Puse un guion y una coma
en una matrix llena de idiomas
donde tú eras el canto,
donde tú eras el poema,
donde tú eras el “cuanto”
y yo era lo que “lo frena”.

Seguiré escribiendo para vivir.
                Y si no actualizas tu buzón,
                                el mío quedará abierto para ti.

Crucigramas

La vela suspira encendida,
el cigarro aclara el perdón.
Una flor que yace dormida
desea en su vientre calor.

Abuelos que hacen fantasía,
nietos que huelen a alcohol.
Las palabras crean pesadillas
si el crucigrama obedece a el tarot.

En un cementerio rancio y lejos
se disputaba el poder y el dolor.
Las brujas danzaban en tumbas frescas
mientras los difuntos esperan algo mejor.

Y la pluma continuó mostrando su frialdad
junto a malignos verbos que conjuga con mi nombre.

Su tinta se plasmó sobre un beso de verdad revelando el destino de las palabras y de los hombres.

El catrín quiere amargas cerezas,
el maestro bebe café sin sabor.
Los príncipes de hueso moreno
envidian un ataúd de color.

No existe la vida en el otro lado,
solo hay un vino tinto del montón.
Hay un número preocupado en cada cuadro
exigiendo a la pluma una oración.

El santero advierte a la nueva escuela
sobre una maldición al corazón.
Los mausoleos preparan acertijos
y los museos tronos de perdición.

Y la pluma continuó mostrando su frialdad
junto a malignos verbos que conjuga con mi nombre.

Con su tinta gobernó cada pueblo de metal
revelando el destino de las heridas y los dioses.

La flor que yacía dormida,
triste, promete un adiós.
Viciosos y doctores pasan en fila
vendiendo vidas al mejor postor.

Deshielo

Escondida siempre en la tierra hueca
nunca tuve la oportunidad de elegir.
Hasta que la luz de una nueva era
derritió los escombros del morir.

Cada ola de este océano morado
me confunde al desear no estar aquí.
Cada gota de silencio es un clavado
y cada lágrima de sal es
por no querer estar sin ti.

¡Solo a mí!
¡Siempre a mí!
Congelada por este mar de marfil.

¡Siempre a mí!
¡Todo por ti!
Este viaje inicia justo en nuestro fin.

Ya te vi ocultando nubes
en el iceberg frente a mí.
Pero desde el fondo aprenderé a sonreír.

Tu mirada juzga soles en pandemia
y por eso estoy perdida en el permafrost.
Pero esos vendavales son de azul bohemia
y ellos desempolvaran todo mi caos.

Siempre a mí!
¡Nunca a ti!
¡No te veo temblar por este frio tan hostil!

¡Solo a mí! ¡Ya perdí!
Este invierno me sirvió de corderil.

Ya te vi pintando nubes
en el cielo detrás de mí.

Sin deshielo no hay un iceberg
que enfríe a un amor febril.

Los vampiros no vuelan ya

Coquetea bajo la noche,
cuando la luna se vende al brillar
y los lobos comienzan a aullar.

No hay sangre en los caminos,
no hay tumbas a la brevedad.
¿Hay príncipe retando a la gravedad?

La mujer física piensa en la eternidad,
piensa en su cuerpo y ama su crueldad.
Deja que comience la carnicería medieval
y la mejor de las brujas caerá.

 ¡Los vampiros no vuelan ya!
                No pueden más.
                        Agotados están.
                                No desean volar.
                                        Y no volarán más…
                                                ¡Prefieren caminar!

Un príncipe de azufre
comienza a temblar cuando
la bestia incita a su novia a bailar.

Y por miedo a pelear,
ve a su chica besar a una
criatura de tamaño anormal.

Siete patas peludas detrás,
unos cuernos de acero y
una cola brindada por Ra.

Y este eclipse solo terminará
cuando los fluidos de la bestia
se empiecen a coagular.

 ¡Los vampiros no vuelan ya!
                No pueden más.
                        Acabados están.
                                No quieren volar.
                                        Y no volarán más…
                                                ¡Prefieren caminar!

Venas

¿Qué tipo de sangre tienen los demonios?
¿Qué tipo de heridas sufren?

¿Cuánto calor emanan los vivos?
¿Cuántos soles consumen?

¿Qué tanto callan los testigos moribundos?
¿A quiénes encubren?

Siempre estamos llenos de turbidez
y de alguna esperanza

Ojala que por mis venas
no fluya algún triángulo de la alianza.

Tormenta de arena

Sufre el trono de perdición por
la plaga de escarabajos del Nilo.
Los sueños del monarca se están
revelando en los cielos y en los mitos.

Y esta cruda maldición
no tiene la cabeza de algún dios.
Lleva el aroma delicado del jazmín.

Impresionantes fantasmas son
alabados desde el interior.
Las noches están sin luna
y la penumbra acecha al creador.

Y este ceremonial
no posee la lujuria del loto.
Solo se explota la sangre de la luz.

¿Qué sería del mundo sin un sol como él?
(Palpita el eco)

Los círculos devoran pirámides
durante las mañanas fugaces.
Los templos se calcinan por
el insomnio y los credos de azufre.

Y este eclipse embalsamado
prohíbe seguir con bien
el necio ritmo de la soledad.

No puede rendirse el hijo de Ra
frente a la oscura acción de los verbos.
¡Duele drenar un reino por las venas!

El origen de los hombres
parasita al mundo y lo desoxigena.
¡Solo el verdadero faraón puede resistir la tormenta de arena!

El Cerecero

Se especula que la maldición no fue
como la han contado.
Se rumora que la primera mujer
no tuvo costillas, sino cerezas.

         “No es correcto que la carne se
     encuentre sola. El pecado debe existir”

Doradas flamas de la vida,
aparten a Eva del nacer.
Porque la serpiente vigila y entibia
la nube de polvo en el Edén.

Y bajo sus faldas; un árbol canta al
anochecer, pues sus hojas nublan
la verdad sobre el fruto del sol.

Hombre con hambre de duelo,
desparasita a la manzana roja.

Rompe el hechizo divino
y de paso, come del cerecero.

Se dictó que era indebido
comer del fruto prohibido.

              “No es correcto que la carne se
            conserve. La muerte debe existir”

No se crean ni se destruyen;
los árboles se transforman.
La serpiente pincha el deseo mortal
y el Dios desnudo lo sabe.

Hombre con hambre de duelo,
cierra tus ojos y vuelve a creer.
Amputa el hechizo divino
y de paso, come del cerecero.

       “No es correcto que el rojo de la manzana
     se pudra, pero el de la cereza es más atractivo”

El Mausoleo

Desde las faldas del ayer,
los muertos se levantan exigiendo un sol.
La tierra es fría, pero llena de amor
como el canto de un clérigo a su dios.

¡Gloria al dolor, pues resucitaré!
Si elevo mi alma al eclipse,
mi cuerpo será hecho de fino polvo y piedra.

¡Busco el perdón entre un hosco vergel!
Si elevo mi alma al origen,
de los desterrados seré el creador.

Y sobre esta tumba, bajo el Edén,
mi legado bautizará con cenizas al mundo.
Guarda tus lágrimas, hombre con sed,
que germinará en tu piel la blanca semilla.

Aprecia el último suspiro en tu mano
y observa al rosal espinar con fe.
¡No llores por mí!

Nos veremos en el día de tu ascenso
frente a los arcontes de la jauría final.
Somos los hijos del tiempo
cayendo en una oscura divinidad.
Las grandes sombras de la montaña
ridiculizan con muerte a la eternidad.

Somos los hijos del tiempo
y nos dirigimos a un nuevo hogar.
Abrazamos con silencio a los caídos,
pues bajo tierra suelen ellos trovar.

¡Cadáveres de amores y sustratos,
renieguen fuerte y alcen las manos!
El día del juicio perfecto ha hecho
de este mausoleo un guardián.

Siendo hora, siendo marfil.
¡Los corazones de madera dormirán al fin
en una nueva era de fuego y acero!

Flor de loto

Frente a sus demonios
ella juega un ajedrez.
Su caballo pierde el paso y está
a un cuadro de comerse al rey.

Esa quinta luna
del piso dieciséis
nunca tuvo culpa de
las sombras del ayer.

 Siente el poder blanco del amor.
                ¡El cielo quebradizo dice adiós!

Hay gritos de silencio.
Hay ecos de baúl.
Hay fuerza en el incienso
de un ritual sin luz

Pero esa luz de vida
remienda al corazón
cuando se acepta la espina
en el trono de perdición.

 Domina sus infiernos con lealtad.
                ¡Vencerá al invierno con sensualidad!

Besa al lápiz roto
Humilla a su labial.
Es una bella flor de loto
viva en la oscuridad.

Adula su entre pierna
La lluvia es su manjar.
El circo de la conciencia
pronto se extinguirá.

 Disfraza la aguja en el pajar.
                ¡La piel vieja nunca volverá!

Mi sol viene de tu esencia más clara.
Mi don viene de tu entrada más amada.
 Respira hondo y perdona lo que soy;
                la vida no te debe nada…
                                a menos que finjas lo mejor.

Los reyes de capa roja

La lealtad se gana cuando un
espíritu negro premia al cazar.
Se acata la orden que dicta que si
la cuota es grande, la tierra se debe robar.

Son infernales los caminos de azufre para andar.
En el nombre del demonio, te retiro, te confronto…
y sé que no ganarás.

El dolor es una cruz fija
que vierte mi sed.
¡Y el traidor es el rey de capa roja!

El valor de las almas indolentes
lleva el aroma de la miel.
¡La traición viene del reino de las capas rojas!

La sal, la pimienta morada y los
cubiertos de fe son celestiales.
Es normal ver en las aldeas
ángeles caídos del extinto Edén.

Sodoma; ¿dónde está la prima que dejaste caer?
En el nombre del demonio, te observo, te controlo…
y sé que no ganarás.

Tu dolor es el sol
inerte que enfría mi piel.
¡Y el traidor es el rey de capa roja!

Hay valor en los príncipes
sin tesla, con fuego aquí.
¡La traición es del reino de las capas rojas!

Iluminada sea la cobra
y su veneno al hervir.
Hay pecados de sobra
que nutren a Herodes al rugir.

El miedo envejecerá por
los príncipes sin traje.
¡Y el traidor escupirá azufre, en su capa roja!

Si el corazón radioactivo de los
príncipes logra la vida;
será la traición y el final del
régimen de las capas rojas!

Jofaina

Dentro del bosque vi,
dentro del bosque voy.
una cascada ciega está
mirando hacia al sol.


Frente a mí, oculta a vapor,
una fuente eterna
está enferma de tos.

Divina miel brota de su interior.
Insectos varios visitan su
gran hedor.

Fortuna y desgracia,
Carmina y traición.
Al romper en llanto
ella reclamará el son:

“Soy titán de agua gris; ¿serás digno para beber de mí?
Solo un deseo he de cumplir. ¡Apresúrate o has de morir!”

Mi deseo es verte cantar…
¡Jofaina, sé el fallo de septiembre!
Déjame ser tu gran manantial…
¡Jofaina, sé eterna por siempre!

Hijo de Medusa

No deseó ser un famoso asesino.
¡La luna sangra, su cuerpo es el fuego!
Maldición eterna en un cuerpo divino.
¡El sol llora, su luz deja ciego!

 ¡Salta, Hijo de Medusa!
                Justo ahí, acechando los vi.
                        Tu mirada me ha puesto a dormir,
                                tu corazón fue apático al latir.

Nunca deseó tener veneno en su alma,
pero concentra antídoto bajo la escama.
Después de la tormenta viene la calma.
¡Dios no existe!, comprende su talma.

Debe aprender a inyectar su veneno
mortal a infieles que temen morir.
¡De los reptiles eres nuestro rey!
¡De tu piel emane el gran poder!

¡Hijo de Medusa!
Vuelve a tu pequeño océano color azul.
Hijo de Medusa…
¡No mires nunca más!

¡Hijo de Medusa!
Extingue a los seres de color azul y sal.
Hijo de Medusa…
¡Atrevola ya!

¡Eres un héroe para mí!

Parásitos

Siempre noto sombras de azufre observándome;
una de ellas ha dejado su marca en mi piel.
Desde aquel entonces mi mente parece estar…
¡Consumiéndome, devorándome!

Me he vuelto adicto al sabor del dolor,
sigo a las tinieblas sin buscar a un creador,
vomito cada verso que inspiraba a mi corazón.
¡Ayúdenme, no sé qué hacer!

Respiro y aguanto estas ganas de querer sanar.
Esta metamorfosis no me
llevará a donde yo quiero estar.

Trato de entenderlo, pero sé que esto no es para mí.
¡Son parásitos, son parásitos!

Deseo llegar a casa para dejar esto detrás de mí,
pero mi cama se ha vuelto un pentagrama de papel.
Contacto al cabrío, pero no pretende negociar un fin.
¡Escúchame, obedéceme!

No queda más remedio que blasfemar para creer.
¡Yo soy la iglesia, soy su fe y su poder!
Así que maldije la cruz hasta que se volviera negra.
¡Mírame decaer!

Respiro y perdono a mi alma para poder sanar.
Esta metamorfosis no me
llevará a donde yo deseo estar.

Jamás pensé que me sucedería esto a mi…
¡Son parásitos, son parásitos!

Por tu Amor

Sobre mares de guabul,
entre vientos de norte a sur.
La esencia eterna guía
para obtener la luz.

Rasgando mitos de papel
y salvando a Marte del acné;
la promesa siempre es tropel
y el hecho vaga en ver.

Tu belleza es mi fuente de calor.
Si el invierno llega, resisto por tu amor.
Tu cuerpo es el Olimpo de un dios.
Si el infierno quema, ¡no gritaré al hervir!

Soy un caballero oxidado en altamar,
busco tu nombre en tierra.
Por tu amor, yo juro
respetar tu soledad.

¡Oh, cupido. Sálvanos!

Entre nubes de algodón
y sobre lomos de león;
la suerte nunca pega
si el destino es bicolor.

Siempre unidos como una ley universal.
El fuego brinda oro y el agua muere en paz.
Quiero ser tu insignia negra más leal.
Por tu amor… ¡no temeré al morir!

Soy un caballero oxidado en altamar,
escribo tu nombre en velas.
Por tu amor, yo quiero
endulzar tu soledad.

¡Oh, cupido. Guíanos!

Soy un hombre quieto esperando la señal,
tú entre las estrellas.
Por tu amor, pretendo
entregar mi soledad.

¡Oh, cupido. Sálvanos!

Un Clásico Viento en Pánico

La fuerte inspiración viene del alma y
la fuente de luz es donde canta el sol.
El Jardín rosa envuelve la talma y
es la última pelea de un viento con tos.

¡Es frágil el milagro de los cazatormentas,
pues de cada huracán se cosecha un corazón!

Puedo fingir un feroz ataque solemne
para advertir a las semillas que no creen en mí.
No importa el don que presuman los prepotentes,
pues del manglar, un ciclón secaré por ti.

¿Sin la luz me atrevo a andar a ciegas
o solo sé que el borde es finito?
Alto abenuz, con mi sombra hoy juegas
coloreando mi maldito amor marchito.

Torno al revés las nubes de gloria y
acidifico lo que todo el mundo quiere creer.
No importa el ente si la mente es euforia:
Antes de huracán, ventisca debes ser.

¿Sin la luz me atrevo a amar a ciegas
o solo sé que el cuerpo es ilusión?
¡Agrios Nagas! con su omega envenenan
el agua gimiente de un girasol.

¡Es infiel ser dictador y esclavo
de un cuento en quiebre!
¡Es cruel una vida donde las motas
de polvo mueren de fiebre!

¿Sin la luz te atreves a besar a ciegas
o solo sabes que el roce es trágico?
¡Brutales Nagas! ¿Esto es una historia griega
o solo soy un clásico viento en pánico?

Cangrejos de Ciudad

Los cangrejos mueren boca arriba…
                dijo el biólogo en su tesis de mandioca.
Su corteza les prohíbe tener costillas…
                a menos que evolucionen con la moda.

Prensan torbellinos de lluvia frustrada
y traicionan con follajes a las orcas.
Roban la glucosa del agua salada
mientras la peste seduce a las bocas.

Lo natural nunca se extingue,
a menos que sea olvidado.
Pero esos príncipes de azufre
tienen fama de no haber amado.

Vendrá una cuarentena para aferrarse
a los rancios hábitos del sigilo.
Si la sociedad no está lista para adaptarse
enfrentará a los dioses del exilio.

Las piedras de marfil se han opacado.
A los arrecifes han envenenado.
La tierra prometida se ha secado.
Los océanos se han tintado de morado.

Presagios que ahora educan al futuro.
Sueños que huelen a orfanato.
Feromonas que obedecen al cianuro…

Crustáceos que jamás han despertado…
                ¡Los cangrejos mueren boca arriba!

Hemotóxico

¡Consúmeme!
¡Contrólame!
Soy producto del odio
y de la envidia de fe.

Mi lujuria en la piel
y la gula en cincel
esparcirán la peste
en este cuarto de hotel.


                             ¡Ruge!
                Por amor a los malditos.


Esta es la verdad
                y el circo de la conciencia
                                                está sangrando...

Este es el final
            donde el circo de la indolencia
                                        lidera un coágulo mental.

Es eterna la fuerza
que nos hace pactar.
Colmillo en defensa
de una insidia animal.

Ritos y alabanzas
que nos hacen jurar.
Agonías y escarchas
de un destino infernal.


                              ¡Ruge!
               Por respeto a los malditos.

Esta es la verdad
                y el circo de la conciencia
                                           nos está amenazando...

Hay veneno en el cielo actual
                              y los arcángeles
                                           están blasfemando...

Hay sangre y toxinas en la vena ideal
                y los muertos de medianoche
                                           se están infectando…


                                  ¡Ruge!
                  Por el culto de los malditos.

Pulmonía

Fue el presagio quien nos trajo hasta aquí
con su atmosfera tóxica que envuelve.
Me siento sola. ¿Te sientes solo al estar sin mí?
El oxígeno se agota y tú que no apareces.

Me expulsas, pero no me inhalas.
Te inhalo, pero no te expulso.
¿Estoy haciendo lo correcto?

No volverás, pero recuerda que esta
enfermedad te está matando.

La geometría es autora de este problema
al crear círculos en lugar de equiláteros.
Y de la anatomía; por la lujuria que
tiene por los cadáveres exacerbados.

Te necesito, pero cámbiate la sonda.
¡Te está ahogando!
Te juro que hay tiempo para que un
beso tuyo se convierta en hipotermia.

¡Estamos contagiados de pulmonía y de algo más!
Tarde o temprano cerraremos los alveolos y
respiraremos profundo cuando llegue la agonía.
¡No volveremos a ser los mismos, después de todo!

Ahora sé que reinas en este mundo de permafrost
donde los pulmones y el corazón no sirven de nada.
Me sentía tan enferma, pero ahí estabas tú,
limpiamente patologizando mi alma.

¡Estamos contagiados de pulmonía y de algo más!
Tarde o temprano saldremos de este hospital
y veremos a los enfermos con desprecio.
¡No volveré, después de exhalarlo todo!

El Ciempiés de Oro

Vuelve de su destierro
el hijo de la prehistoria,
desvelando su eterna ira
nativa del carbonífero.

Su coraza brilla, la presume
frente a los cadáveres que
se han burlado de las sombras
y de otras larvas, madres del sol.

Es una bestia doméstica, malograda,
que sueña con ser el amo de la muerte.
Triunfante, goza de la radioactividad
de sus mansas vecinas; las cucarachas.

Conduce a sus vástagos al templo,
impregna con su olor a los más
ponzoñosos para liderar a la hueste
dorada, absorbida en el Mediterráneo.

Y una vez siendo legendario,
hará postrarse a el cielo, la tierra, y
a cualquier humano cándido que
logre interponerse en su guerra.

Se cierne como una pesadilla
perfecta, la única esperanza
de los tajos santos exiliados.

Será el rey del mundo
y todo lo podrá hacer.
A excepción de una cosa…
                                        ¡adaptarse!

Sonambulismo

Cuando la noche suele llorar,
las estrellas colapsan.
Cuando el volcán suele enfermar,
la tierra descansa.

El silencio es aquel mundo perdido
de amores blancos.
Los sueños malinterpretados
suelen ser amargos.

Cuando se ve a la vida desde un punto mayor;
                el anciano vive,
                         el joven muere,
                                  los niños aman.

Cuando uno vive lo que quiere creer;
                el anciano muere,
                         los niños estorban,
                                  el joven mata.

Los sordos no logran dormir
si no escuchan el violonchelo.
Los sabios no suelen fingir
cuando maldicen a terciopelo.

El silencio es un rompecabezas
de piezas únicas.
Los sueños mal encajados
suelen ser juzgados.

Cuando se ve a la vida desde un punto mayor,
lo que se crea en tierra, se queda en tierra.
            ¡No hay forma de llevárselo!

Efecto Anaconda

Dentro el disfraz se vive el dolor;
la presa envidia al depredador.
Hija del mal, reina del horror...
¡su piedad no tiene valor!

Desafiando a lo existente,
balanceándose en el árbol del fin.
Los parásitos con misión de héroe
defienden su esencia del fusil.

Cualquier especie puede escuchar
las trompetas del ayer.
El cielo nubló, la tierra tembló…
¡la muerte señala el Edén!

¡Efecto anaconda!
La bestia es libre al fin.
Susurra un ataque verde;
la reina me quiere a mi…

¡Mudando la piel!

Princesas en tono gris
alaban su propia miel.
Los dioses atrás del reptil
que jamás podrá sernos fiel.

No cualquier especie guarda
la furia en su interior.
El cielo nubló, la tierra rugió…
¡la muerte sueña al pecador!

¡Efecto anaconda!
La reina es libre al fin.
Constrictora de rivales;
la bestia, muerto me quiere a mi…

¡Y mudó su piel!

Desesperado, un poco tal vez;
la noche es un deseo fugaz.
Soy víctima de la leña y del hilo,
pero no de un veneno mortal.

Cualquier especie puede sentir
los vientos del ayer.
El cielo tronó, la tierra partió…
¡mi alma conoce el Edén!

¡Efecto anaconda!
La bestia es libre al fin.
Depredadora de esencias;
lo famélico celebra el festín.

¡Mudé mi piel!

El Beso de la Mujer de Plástico

Lo predicho se cumple una vez más.
La cera del sirio templa lo hosco
y lo pardo que corteja el encuentro.

Su sed, la hace una Eva sin Edén,
refugiándose en cualquier ser
que se nutra del ego.

Y al amanecer…
ella tienta al cuerpo;
se arrodilla ante él y
            se disculpa con un beso.

Y al atardecer…
ella posee al cuerpo;
y se desnuda ante él…
            ¡La tragedia en blanco y negro!

Es una mujer con
plástico en sus credos.
Vaya carne por fuera,
vaya vísceras por dentro.

Es una mujer con
silueta de imperio.
Jura vida por placer
y roba esencias con un beso.

¡Mujer!, tu voz ataja mi lienzo.
¡Mujer!, tu sabor censura mi silencio.
¡Estás en mi mente!
¡Estás en mi recuerdo!

Dios maldice a todos los infames,
pero el culto de los ángeles cae en vertederos.
¿A quién le debemos respeto
cuando el demonio es omnipotente?

Pero anochece,
ofrendando al cuerpo.
Y se despide ante él
en los jardines de lo eterno.

"Si bien la física y las matemáticas pueden decirnos cómo comenzó el universo, no son muy útiles para predecir el comportamiento humano porque hay demasiadas ecuaciones para resolver."



                                               Stephen Hawking

La Gravedad nunca existió

El sacramento de los seres vivos
anestesia e insensibiliza el alma.
Pandemias de teorías sin talma
embalsaman con aceite de olivos.

Dañada está la cuna de nativos,
antiquísima versión de la calma.
Combativa es la mente que desalma
la terquedad de cuerpos fugitivos.

Mutiladero de planetas fríos,
enjambre de miedos y voces muertas,
ciudad de cerebros inhabitables.

Alarma de venas negras y ríos
que coagulan a mentes expertas
en caídas de barro inimitables.

Tosferina

Vosotros, los extraños,
intermitentes héroes
de pacotilla, viejas
bacterias sin tinción.

Nido de moscas grises,
voraces por la mierda
ajena y por el sueño
eterno del vigilador.

Hablantes, pero sordos.
Exóticos cantores que
aturden la inocencia
de aquel febrero
huérfano y roto.

Y la inevitable tos
            que parte el pecho…
                        y conquista el alma.

Vosotros, los médicos,
prepotentes templos
corruptos, nuevos
aliados de la enfermedad.

Cuchitril de cerdos,
romantizados por
la pirita y el denario
oxidado del defraudador.

Hablantes, pero mustios.
Flemas de cualquier pulmón,
coágulos vulgares en el
cerebro de la sabiduría
de los hombres justos
y de los muertos en vida.

Y la inevitable tos
            que parte el pecho…
                        y asesina el alma.

Tótem

Samantha está perdida
en el mejor error de su vida,
y sigue en búsqueda de la rama
perfecta para lo crudo del duelo.

La Señora del bosque le indicó
que cargara siempre consigo
su “atrapacielos”, y que no le
diera la espalda al árbol torcido.

Pues a la Virgen, algún malnacido
se le ha de pegar para volver a nacer
y evitar así, las glorias morbosas.

Pero los dueños de la maleza
y la insidia animal, acostumbran
a seguir el rastro de sus presas.

Samantha sigue perdida
y la esencia de aquel muerto
la profundiza en el bosque.

¿Alguien está preparado para
vivir la secuela de sus sueños?
          ¿Tan siquiera hay sueños,
          o son imágenes del más allá?

¡El tótem está enfadado!
Y este es el único lugar
para poderlo convocar.

¿Alguien ha sido educado para
morir en algún lugar sagrado?
          ¿Tan siquiera hay un lugar,
          o sólo es un trastorno funerario?

¡El tótem está excitado!
Y este es el único lugar
para poder ser espiritual.

La Magia del Reptil

El todopoderoso, científico, eterno,
el que acaricia la silueta de su dama negra
saliendo del vertedero de ánimas:
hospicio ácido de muerte y ratas.

El cambia formas, sabelotodo, admirable,
el que humea a los envidiosos con el
incienso primitivo y su seda imperial:
herramienta de un verdugo mayor.

El humano busca tregua, el que nunca creyó
en las profecías del diccionario de verdades.
Puede ser devorado, por mostrar insolencia,
martirio y un insaciable precipicio mental.

Se realiza el conjuro y el reptil
          advierte a la nueva escuela:

“Juran, por la Calzada de los poetas,
que nadie teme a la muerte,
que nadie besa sin amar,
que los animales siguen dormidos,
que los encarnados saben rezar.
¡Mienten!
Son tiras de carnada para el Rosa Holocausto
que se aproxima, y que los roerá como aquella
bestia de engorda que algún día lo intentó.
La magia no tiene poderes sobre la esencia,
los corazones tienen un don mayor.
Mis visiones no los amparan de las tormentas,
pero los preparan para un escenario mejor.

Se arrodilló la raza humana,
aquella que perdió el control
sobre todo lo que creaba.

Pero, aunque sean débiles, el universo los ama…
son un intermedio entre la magia negra y blanca.
¡Consuélense, los unos a los otros!
Los guiará otro reptil.

La Bruja del Amor

Cuando el infierno sonríe,
el verano del amante muere.
Y los demonios y almas en dolo…
          ¡Estarán contigo, siempre!

La línea, el tango y el fuego,
dignos de un circo espectral.
Pero esos ojos que incitan a verlos…
son como una hermosa aurora boreal.

¿A dónde deseas ir,
sí ningún camino te lleva a casa?

Nuestra bruja del amor
promete un conjuro sin igual:
Que maldiga al corazón…
          o que lo haga sentir.

Nuestra bruja del amor
está enamorada… ¿de ti?

¿Cuál es tu ritmo al danzar?
¿Qué sacrificas al amar?
Acércate a Mefistófeles…
          ¡Halaga a sus apóstoles!

Entre la brisa de la catacumba,
su lengua acaricia la piel.
Pero hay un esqueleto en la luna…
        ¡la noche es la esencia del burdel!

¿A dónde deseas ir,
sí ningún cuerpo te hará sentir en casa?

Nuestra bruja del amor
busca a un hombre sin igual:
Que tenga corazón…
          o que vuelva a nacer.

Nuestra bruja del amor
se enamoró… ¡de ti!

Nuestra Musa nos Traicionó

Somos el miércoles del ayer,
la lujuria de su burdel,
la inspiración de su vergel.
¡Nuestra Musa desea un gran amor!

Pero no siente.
             No da.
                       No ve.
                       No habla.
          Sobrepiensa.
No es.

La vimos ausente, muriendo por él.
Y en cambio, ella brutalmente nos...
¡Mintió!
¡Nos hirió!

Nuestra Musa desea de esta esencia...

¡Dolor!
¡Mucho dolor!
Y al Páramo de la tranquilidad confundió.

Al final del día, Ducastiria nos unió:
Besamos sus labios, sus pechos, sus muslos, su voz.
Y si el mundo explota, no sabrá quién nos creó:
“Los príncipes sin traje no vuelven… menos hoy”

Somos el pecado del ayer,
el cielo rojo en su amanecer,
el presagio entre su fe.
¡Nuestra Musa desea a un Dios!

Pero no alaba.
             No escucha.
                       No cree.
                       No arriesga.
             No ama.
Nunca es.

La vimos temblando, muriendo por él.
Y en cambio, ella brutalmente nos...
¡Enfermó!
¡Nos sulfuró!

Nuestra Musa se entrega al frío y...

¡Al temor!
¡A la perdición!
Y al Páramo de la tranquilidad congeló.

Siempre en historias de dos… bajo la sangre del sol:
¡Los príncipes de azufre engendran una maldición!

Somos la ventisca del ayer,
el pigmento color miel,
el holocausto en su piel.
¡Nuestra Musa desea un corazón!

No vivió.
       No valoró.
                  Nunca fue.
                  Nunca quiso.
       Nunca amó.
Y no sé por qué.

Le dimos amor, sangre y poder.
Y en cambio, ella solo nos dio su...
¡Traición!
¡Su traición!

Y a su propio Páramo condenó…

¡Y lo perdió!
¡Y lo extinguió!
¡Nuestra querida Musa nos traicionó!

Páramo Danélico

Naciste en aquel templo:
ungida con mil aceites
y con petunias amarillas, blancas.
¡Bajo el sol, querías bautizarme!

Pero nuestro tiempo ha llegado.
Borraste mi nombre del poema.
Solo querías traicionarte:
“Tu Dios, tu problema”

¿Cómo es que late un corazón
que ni siquiera ha despertado?
¿Cómo es que avanza el Mini Cooper
sí ni siquiera un destino se le ha dado?

Aumentaste la velocidad
        y la carretera empieza a envejecer.
¿A dónde me llevas?
        Siento que vamos a desaparecer

en aquel lugar de sangre violeta,
donde somos permanentes
mausoleos de mormones y poetas.

¿Cómo protegerás a mi alma
de este intento de tornado?
¿Cómo pueden matar los arcángeles
si su trompeta no ha sonado?

Aumentaste la velocidad
        y la carretera ha envejecido.
¿A dónde llegamos?
        Siento que estamos perdidos

en este Páramo de musas ciegas,
donde nadie nos encuentre,
donde los pecados no se niegan,
donde las flores tienen vientre,
donde todo vale la pena,
donde el oxígeno nos infecte,
donde el amor prohíba la apnea.

Les Aigües Dansen

Cuando no hay nadie quien te escuche,
el corazón grita a presión.
Busca en ti, entre la niebla y la llovizna,
algún recuerdo de viento y prisma,
como tu nombre hecho canción.

Cuando no hay una luz que te ilumine,
la oscuridad educa a la pasión.
Busca en ti, entre el fuego y la ceniza,
alguna ola de un mar hecho trizas,
como tu alma en erupción.

¡Las aguas danzan…!
Enfrente de mí,
        enfrente de ti…
                ¡ellas danzan!

Me sumergen en ti,
        te sumergen en mi…
                ¡y ellas danzan!

Te esculpen sin mí,
        me esculpen sin ti…
¡y seguirán danzando bajo la omnipotencia del sol!

Cuando no hay un sendero que te guíe,
el atajo conduce a la tentación.
Busca en ti, entre las joyas y las piedras,
el secreto envenenado de las hiedras,
para una decisión mejor.

Cuando no hay un Páramo que te calme,
la tempestad besa la destrucción.
Busca en ti, entre la magia y la violencia,
un amuleto guarda-esencias,
como tu abismo en el amor.

¡Las aguas danzan…!
Te acercan a mí,
        me acercan a ti…
                ¡ellas danzan!

Me entregan a ti,
        te entregan a mi…
                ¡y ellas danzan!

Te salvan a ti,
        me salvan a mí…
¡y seguirán danzando con la extinción del sol!

Mademoiselle

Yo fui ese chico ermitaño y especial,
humillado por una princesa condenada.
Su rosa holocausto le dictó que hacer
y la pasión cortés inició el desorden.

Ella me soñó y gritó… que me quería.
        Ella me miró y juró… que me tendría.

Hija de Medusa dispuesta a dar a luz
a un poeta de luto enamorado.
Y bajo el balcón de su cielo azul
llamó al colibrí de espíritu morado.

Ella le anunció a su temor… que me besaría.
        Ella le advirtió a su dolor… que se salvaría.

¡Mírame a los ojos y dime lo que sientes!
¡Tómame de la mano y no tiembles!
Tu esencia y la mía se unen a dulce vapor,
como el tarot a una bruja medieval.

El circo de la conciencia te hace soñador,
y la magia de la piel inaugura el carnaval.
No dejes que el cielo rojo castigue al sol
e inclínate ante el príncipe del vendaval.

Ella le exigió a su Dios… que fuera mía.
        Ella le juró a mi Dios… que no me perdería.

La señorita cambiará su prisión… por una vida.
Dalexa nació sin traición… y sin caída.
La señorita ofrecerá el silencio… por una voz tibia.
Dalexa quiere mi amor… y una herida.

Monolito

Dentro del páramo, donde el eco ama al silencio,
el discípulo de la Jofaina canta su lamento,
sangrando al sol con esa herida ancestral.
Se enaltecen los testigos,
y lo inexplorado de la vida
vuelve a ser el último suspiro.

De la fuente enferma, donde la miel se hace oscura,
y los insectos venden cultos sobre el hedor,
nace la piedra que desafía a los vientos
y que traza caminos a los hombres de vapor.

La traición se escribe en la grieta del tiempo,
pero el universo con su amor la funde:
“Soy titán de tiempos muertos; ¿te atreves a descifrar mi ser?”
Y aquel manantial de grandes secretos…
“no tenía alma ni forma, pero solo uno lo podía ver.”

El amo de las galaxias,
ciervo que atraviesa el cosmos,
cascada de estrellas que guardan los sueños
de fantasmas, animales y devotos.

Mi deseo es verte viajar…
        ¡Monolito, ruega y confía en la suerte!
Déjame ser tu gran caridad…
        ¡Monolito, no todo es para siempre!

"Tiene mucho miedo de morir porque aún no ha vivido."



                                              Franz Kafka

Todo se queda en la luz

El rebelde nocturno se tuerce en pesadillas
siendo la perfecta identidad del ocaso.
Los bosques son siniestros que sólo dan risa,
la clemente oscuridad no besa al fracaso.

La chispa fatigada está a punto de apagarse
y el agua del altar respira la ceniza.
La biblia de los muertos habla para no creerse
que el miasma es la unión de dos almas con prisa.

El amor tiene cólera y uno que otro amante,
esos que, en soledad, se restriegan en la cara.
La Madona de conductas esculpió dos máscaras:
una austera para que las cosas muten,
una sociópata para que la vida dure nada.

Arriban los demonios con magia truncada,
los sueños de los niños huelen a orfanato,
el poeta de los ciegos concibe un sol con canas
como si la noche fuera un desperfecto,
lo que ya no sirve se arregla sin ganas
como un corazón en el vacío de cualquier pecho.

Te confiesas de rodillas sin alma y sin gracia,
el sordo escucha al manco lanzar la primera piedra,
el fariseo se siente débil ante una voz con lacia,
la enfermedad local exige un poco de respeto
a los mártires que no tienen nada que les muerdan.
¿Es el último grito de la vida en la muerte?
—Todo se queda en la luz,
                —aunque el resto se pierda—

""Morir es nada cuando por la vida se ha hecho todo el bien posible."



                                              José Martí

Todo lo perdido llega a casa

Bajo el cielo púrpura, aúlla la casa de los lobos.
Huracán solar, sombra mediterránea, centinela del ser.
Son formas oscuras de llamar mi atención
para recordar que los fantasmas rinden cuentas.

Mentes que son polvo, actos que son flechas.
Huésped del olvido esperando al ente del crepúsculo,
y con su caricia mal echa detesta al que permanece inmune.
El fuego en las estrellas es la conciencia del enemigo.

Fría despedida, invierno seca trigos, venas de sal.
Amores que exilian al poema que insiste en quedarse,
danza de nubes que escarnecen la espina dorsal,
cadáveres que peregrinan a la nada sin quejarse.

Miradas que doman al vértigo,
camposanto humilde, heredero de batalla:
Donde caen los valientes porque el cobarde así lo decidió.

Meteoros frescos que no se atreven a soñar…
Almas en pena que alientan a estar vivo
caminando por el valle de las lágrimas
que el paraguas no quiso frenar
por temor al desquicio humano.

Cáncer cura-todo, ciencia sin gravedad.
La muerte es un espejo que te invita a observar
lo que has hecho contigo y sin ti.

Trascender: la única meta para quien sufre en vida y pierde si gana.
Ganar es saber perder.
       Vivir es saber amar.
              Amar es saber morir.
                     Morir es poseer todo.

""El alma del hombre es como el vino: puede avinagrarse o tornarse néctar."



                                   Johann Wolfgang von Goethe

Las Sombras del Vino

Me vigila un cuervo a medianoche,
y mientras codicia un trago de vino
se burla de lo estúpido e hipócrita que soy…
¡Desgraciado! ¡Desgraciado!

Hay un fantasma testigo, de tristeza insondable,
taciturno campeón de sueños de muerte
y de olores —ásperos—
que besan la falda de la suerte,
impidiendo la vida de los muertos.

Dios insurrecto, personaje de agrio néctar,
te conocerán por tus frutos
y por la canción de media luna ,
cadáveres que peregrinan a la nada sin quejarse.
que Baudelaire escribió —embriagado—
en las raíces en las Flores del mal.

Fraile de lujuria y de estampa espiritual.
Apóstata Heautontimorumenos.
Árbol de alquitrán, alhajado y desnudo,
retrato de dolencia y compañero metamorfósico
de un Dante ceniciento —y de insignias rotas—
dispuesto a elogiarte hasta morir.

Aprendiz del demonio: Belial.
Satanista y fariseo, coleccionista de memorias y huesos,
no más hombre que el que no mira al cielo
porque sabe que va a pecar.

Guerrero de acero, primero en pelear.
Amante de la sangre fermentada
y de las uvas que nunca duermen
por temor a la descomposición
de su clímax y de su talma.

Miserables sombras, no hay forma de vengarse.
Solo son cuerpos malditos, almas caídas…
¡Ya los cosecharán en el vacío del infierno!